lunes, 21 de octubre de 2013



Semana clave en la disputa por el control del Congreso

El oficialismo no tendrá mayor problema en retener su predominio en el Senado. Pero en Diputados, si se repite el resultado de las Paso, quedará exigido en votaciones clave. Gobierno teme un “efecto fuga”.


El kirchnerismo arriesga en las elecciones del próximo 27 nada menos que el control legislativo de las dos cámaras que tiene desde hace dos años, cuando Cristina Fernández arrasó y logró la hegemonía parlamentaria.
Luego de la mala performance del oficialismo a nivel nacional en las primarias del 11 de agosto, en Diputados hubo reacomodamientos y fugas, sobre todo hacia el sector del PJ que conduce Sergio Massa (el Frente Renovador), el ganador de la elección bonaerense. Esto le significó al kirchnerismo perder un puñado de legisladores, lo que, sin embargo, no le hizo perder el dominio del cuerpo. En el Senado no hubo cambios sustanciales: allí el oficialismo se maneja con mayor comodidad.
Pero si los resultados de las Paso se repiten el domingo, el kirchnerismo quedará muy justo en las dos cámaras, e incluso podría perder el control de Diputados. Así es la situación en detalle:
En el Senado
El Frente para la Victoria y los bloques aliados tienen 42 bancas; 16 se renuevan ahora, y las 26 restantes pertenecen a senadores con mandato por dos o cuatro años más.
Las provincias que eligen senadores son Neuquén, Río Negro, Tierra del Fuego, Salta, Santiago del Estero, Chaco, Entre Ríos y Ciudad de Buenos Aires. Si los resultados de las Paso persisten, el kirchnerismo tiene aseguradas al menos 13 de las 24 bancas en juego. Y llegaría a 39 legisladores, dos más que los 37 que se exige para el quórum y para votaciones con mayorías especiales. Esto es así porque gana dos senadores por Salta, Entre Ríos, Río Negro, Chaco y Tierra del Fuego, pero además suma los tres por Santiago (el gobernador Gerardo Zamora impulsó dos listas y ambas quedaron primeras).
Además, los candidatos K de Neuquén (Marcelo Fuentes) y Capital (Daniel Filmus) pelean voto a voto para ingresar, lo mismo que el aliado José Garramuño, del Movimiento Popular Fueguino. Lo de Neuquén podría significar el mayor traspié para el Gobierno, ya que el Movimiento Popular Neuquino tiene amplia ventaja y se impondría cómodamente en las urnas, con la novedad de que los dos senadores que ingresarían no responden al gobernador Jorge Sapag, aliado K. Son el gremialista petrolero Guillermo 
Pereyra (moyanista) y Lucía Crexel, prima de Sapag pero crítica del gobierno K.
En el caso de Río Negro, el oficialismo que encabeza Miguel Pichetto tiene asegurado el triunfo pero entraría por la minoría Miguel Saiz, radical que supo aliarse a la Rosada cuando fue gobernador (2003-2011).
Así, la ventaja kirchnerista en esta cámara podría ampliarse o acortarse según estos resultados. En el peor escenario, el oficialismo quedará obligado a mantener acuerdos con legisladores no kirchneristas que fungen como aliados, como la santafesina Roxana Latorre, la pampeana María Higonet y los correntinos Josefina Meabe y José Roldán, que entraron en 2009 por la oposición. Al grupo hay que sumar a Carlos Menem, que no asiste a las sesiones desde hace más de un año y debería reaparecer si la Presidenta lo necesitara en caso extremo.
En Diputados
La situación para el oficialismo es más compleja en la Cámara Baja, en cualquier escenario. El kirchnerismo tiene hoy 131 legisladores (propios y aliados), dos más que los 129 que exigen el quórum o las votaciones más importantes.
En esta cámara el Gobierno arriesga sólo 46 bancas y le quedan 87 (en rigor son 89, pero hay que descontar los neomassistas Facundo Moyano y Rubén Sciutto, quienes vienen diferenciándose del Ejecutivo y coqueteando con el Frente Renovador).
Si los resultados de las Paso se mantienen y no se agravan, la Rosada podría cosechar el mismo número de bancas que pone en juego, de manera que quedaría al límite de perder el control legislativo. Muy justo.
Pero hay dos escenarios más para tener en cuenta. El primero es la posibilidad de que el Gobierno sufra una derrota mayor que la de las primarias. En este caso, la oposición pasará a controlar el cuerpo.
Ya hay quienes postulan la necesidad de quedarse con la presidencia de la Cámara, como hizo el PJ cuando la Alianza perdió en 2001. La segunda situación hipotética es que haya nuevos reacomodamientos en los bloques (más fugas del oficialismo hacia el arco opositor), lo cual llevaría también al kirchnerismo a perder el dominio de Diputados. En los dos casos, las espadas K deberán replantear nuevas políticas de alianzas, como sucedió en las últimas votaciones, donde logró partir bloques históricamente opositores como el que responde a Adolfo Rodríguez Saá.
Lo que es seguro es que, tras los comicios del 27, el kirchnerismo deberá redoblar esfuerzos para aprobar sus iniciativas, ya que, debido al crecimiento de la participación parlamentaria de la oposición en al menos la Cámara Baja, habrá más discusiones y negociaciones.
La metáfora de la escribanía quedará, entonces, por un tiempo en desuso.
Mejor en el Senado
En el Senado, el oficialismo está más cómodo, pero igual deberá ratificar alianzas con legisladores que no son del riñón kirchnerista.

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